El Taco Guzmán

Septimio: ¿Sacándole lustre al billar?
Corazón de León: ¡Guarda el paño! Mire que es nuevo.
S: ¿Juega a tres bandas?
CdL: Por lo menos. Hice cambiar la mesa de pool -o billar americano- por esta otra de billar francés, que es el juego clásico, con el fin de practicar carambolas a favor.
S: Disculpe mi ignorancia en la materia, pero... ¿hay también carambolas en contra?
CdL: En casi todos los partidos de Estudiantes. Parece que es la única manera en que nos pueden hacer goles. Pero ya creo haber descubierto la clave.
S: ¡No me diga!
CdL: Las carambolas, decía Juan Bautista Alberdi, son como la Providencia o el Destino: “Sepamos obrar en nuestro beneficio aquello que de todos modos va a suceder”.
S: ¡No entiendo que tiene que ver Alberdi!
CdL: Era un gran jugador de billar francés, como el que hice traer a este bar. Permítame que le explique el juego. Usted tiene que golpear con el taco la bola blanca o amarilla, según prefiera, de manera tal que el mingo -así denominamos a la bola jugadora- impacte contra las otras dos y contra las bandas. El destino, que los científicos llamamos causalidad, hace el resto del trabajo.
S: ¿Y donde aprendió a jugar usted al billar?
CdL: En San Miguel.
S: ¿San Miguel de Tucumán?
CdL: No, hombre, en el Saint Michael’s College de Whitton, Inglaterra, donde estaba pupilo. Pero ya que mencionó la provincia de Tucumán, encontraría un gran placer ilustrando las virtudes de este juego inventado en la Edad Media con la historia del mayor as de las carambolas que haya pisado jamás una cancha de fútbol.
S: Qué... ¿era tucumano?
CdL: El aclamado Taco Guzmán, para mayores datos. El número 6 de Sportivo, capaz de provocar carambolas a favor de todo tipo. ¡Un genio de la bola parada!
S: ¿Una especie de Madero?
CdL: No se puede comparar. El Taco Guzmán se abrió camino a través del infortunio. Había nacido con un defecto físico que le impedía jugar al fútbol.
S: ¿Tenía problemas de crecimiento, como Mess*?

CdL: Tenía pie equino y debía usar botines ortopédicos, con un taco especial.
S: ¡Pobre pibe!
CdL: Pero Dios -que existe y es tucumano- compensó al Taco Guzmán dándole una patada de caballo y una herradura que le trajo mucha suerte. A los cinco años empezó practicando en el pequeño patio trasero de la casa paterna con una bola de marfil con la que dibujaba -porque era un artista- carambolas a dos y tres bandas. Cuando se fue a probar en las inferiores de Sportivo ya era capaz de hacer goles a partir de cinco o seis rebotes en jugadores rivales o del mismo equipo.
S: ¿Cómo es posible?
CdL: Recuerdo goles de carambola memorables. Por ejemplo: tiro libre para Sportivo Guzmán contra Juventud Antoniana, en tres cuartos de cancha. Allá va el Taco, cojeando. Se para frente a la bola y apunta, no al arco rival, sino al cuerpo del referí. La pelota impacta en la baja humanidad arbitral, rebota en el muslo de un zaguero del otro equipo, se eleva por encima de todas las cabezas, pica tres veces en área chica, roza en el pie del arquero, se desvía y cruza lentamente la línea por el medio del arco.
S: ¡Increíble!
CdL: ¡Una obra maestra! Pero la carambola que más recuerda la hinchada de Sportivo es la que le propinó a Gilasia en el desempate por penales del Torneo Promocional 1967. Ocupó la primera plana de la Gaceta de Tucumán y figura en los anales del club.
S: ¿Un penal?
CdL: El triste arquero, como usted recordará, era Carball*. Ya habían pateado cinco de cada lado y seguían cero a cero. El Pompa S*sa ejecutó el sexto y se lo tapó el Manco Guzmán, como de costumbre. Era el turno del Taco. Coloca la bola en el punto de cal y se para delante.
S: Detrás, querrá decir.
CdL: Delante, digo bien. Entre el punto del penal y el arquero. Toma tres pasos de carrera y le da con la herradura una tremenda patada a la pelota, que sale dirigida contra los jugadores gilasistas parados al borde del área. Rebota en la cabeza de R*sl y, con inusitada violencia, va hacia el arco que defiende Carball*. Pega en el travesaño y entra. Victoria de Sportivo, algarabía en las tribunas y el Taco es paseado con montura y todo durante la vuelta olímpica.
S: ¡Asombroso!
CdL: Después de semejante hazaña, el Taco se retiró del fútbol. La última vez que lo vi trabajaba de mozo en El Molino, en la calle 24 de Septiembre, un bar tradicional de San Miguel de Tucumán con mesas de snooker, el billar inglés. Pero me parece que cerró. ¿Quiere jugar conmigo? Le enseño...