AN7IFIERR* - Bidonismo Explícito

“El arma secreta del Espanyol es Scopelli”
(L. G. Iturralde (a) "Pasabalón, octubre de 1952)

(Por Pichuko) La llegada del Conejo a Catalunya se dio en el caluroso mediodía del viernes 15 de agosto de 1952. Lo esperaban dirigentes del Deportivo Espanyol y algunos periodistas a quienes les manifestaría su alegría por estar nuevamente en la península ibérica.

A la mañana siguiente, fue presentado ante el plantel: "Confío en la colaboración de todos", dijo Alejandro Scopelli (foto 1), y ya a mediados de semana dirigiría la primera práctica. Allí comenzaría a conformarse un equipo que pasaría a la historia como el “Espanyol del oxígeno”, recordado hasta por el mismísimo Joan Manuel Serrat.

La famosa técnica (foto 2) era tan sencilla como innovadora: suministrarle el vital elemento a los jugadores antes de comenzar un partido y en el entretiempo para darles “un sedante que normalice sus pulsaciones y reduzca la fatiga del esfuerzo físico realizado”. En un principio, se hacía con mascarillas alimentadas desde una garrafa. Poco después, el procedimiento fue perfeccionado: en una de las paredes del vestuario, donde se encontraban las duchas, había un boquete para acceder a un gabinete. En su centro, una gran cabina de cristal empalmada con bidones y una serie de tubos. En el interior, unas tablas cubiertas de hule y varias sillas inclinadas prudencialmente.

La campaña comenzaría arrolladora para los Periquitos (foto 3). Y muchos le atribuían al oxígeno ese buen inicio. Desde ya que las polémicas malintencionadas se instalaron de inmediato, muchos acusaron a los jugadores de doparse y de “emplear medios externos para mejorar el rendimiento”. Pero el doctor Juan Navés, a cargo del plantel, defendía la práctica al asegurarles a los suyos: "Respiráis aire puro, limpio... ¿qué problema va a haber?". Y los números hasta la fecha 11 eran contundentes. Nueve triunfos y sólo dos empates en campo contrario ponían al equipo de Scopelli primero y con seis puntos de ventaja. Pero el próximo partido era ante el rival de toda la vida que se venía tercero y con la obligación de ganar para seguir con chances. Sí, señores, era el turno de visitar al Barcelon* en su estadio de Les Corts.

En la semana previa al partido, por la ciudad corrían versiones que se debía terminar con el invicto del Espanyol. Y los blaugran*s tenían pensado llevar adelante todo lo que estuviera a su alcance. Y así fue: en primer lugar, se vendieron entradas por demás (es el partido que el estadio nombrado registra mayor cantidad de espectadores en su historia). Ese hecho colaboró para que en el primer gol, conquistado por el Espanyol a los 16' de la primera etapa, se produjera una avalancha (foto 4) que acabó con la vida de por lo menos una persona y cientos de heridos. Por otra parte, quedaron decenas de simpatizantes al costado del campo de juego que eran una amenaza para los jugadores visitantes. Ante tamaña desgracia el equipo de Scopelli, avalado por el árbitro y un delegado de la Federación de Fútbol, intentó suspender el partido. Sin embargo, el gobernador civil Felip* Aced* Colung* (vale recordar que eran tiempos del franquism*) y de contactos fluidos con el Barcelon* ordenó que el juego no se suspendiera bajo amenaza de encarcelar al capitán visitante Josep Artigas.

Una vez terminada la más que accidentada primera etapa ocurriría otro hecho lamentable. Mientras los jugadores visitantes se retiraban del campo de juego para la charla técnica y la ya entonces célebre inyección de oxígeno, se encontraron con una pila de toallas prendidas fuego que hacían imposible la habitual ingesta como consecuencia del hum* generado. Lo cierto fue que en el segundo tiempo, los l*cales dieron vuelta el marcador y ganaron 2 a 1.

Después de ese episodio, el equipo de Scopelli siguió peleando el campeonato, pero ya no fue el mismo: al final, terminó cuarto. Ese hecho marcó las futuras visitas a Les Corts. Una de las consecuencias fue que durante varios años, cada vez que se enfrentaban allí, los jugadores del Espanyol iban ya calzados con los cortos y las camisetas volviéndose a su estadio de Sarrià una vez terminado el match para cambiarse.

pd: para complementar el artículo, incluimos como dossier ilustrativo el testimonio de José Mauri Carbonell, delantero "perico" dirigido en aquellos años por el Conejo Alejandro Scopelli (correspondiente al archivo personal de El Contra, click en la imagen de la izquierda para ampliarla).