Con Bron por Toronto

(...) Se venden los números de la rifa, el profe deja el podio y entra el Tata, con el pelo completamente oscuro (¿se lo teñirá el atorrante?) y con campera y lompa negros. Está mejor de peso que en las fotos recientes, o quizá es el color negro que lo hace más flaco. En fin, basta de Vogue: volvamos a la parte viril, y a las preguntas.

Brown hace una pequeña introducción: "Bué, soy uno de los cinco argentinos que metieron goles en una final del mundo, trabajo en AFA que es una suerte muy grande. Es lindo verse con argentinos en todas partes… igual en el avión pensaba: ¡qué lejos está esto! Pero acá estoy y muy feliz de poder compartir un momento con todos ustedes" (nota: el Tata tiene como siempre una voz y un hablar muy clar*s, da gusto escucharlo, nunca se atropella solo).

P: ¿Qué sentiste cuando metiste el gol a los alemanes?
JLB (se pone nostálgico): Mirá, yo nací en Ranchos, en una familia pobre. Mi mamá limpiaba en tres casas, mi papá pelaba pollos, carneaba chanchos. A veces faltaba qué comer. De los 3 años a los 13 estuve internado en un colegio. Algunas de mis compañeras de entonces son hoy maestras ahí. Siempre que voy a Ranchos visito ese lugar, hablo con los pibes. Cuando me sale ir a probarme a Estudiantes mi viejo me dice:

- ¿Qué querés hacer?
- Jugador de fútbol.
- ¿Cómo vas a hacer para ser jugador?
- ¿Cómo?
- Y sí. ¿Cuándo te va a quedar tiempo para laburar?

Era una realidad así de dura. Pero Estudiantes me prueba y me quedo en La Plata, porque al día siguiente ya me llevan a Capital para anotarme en AFA, y llamaron por teléfono a unos vecinos de Ranchos para que les digan a mis viejos que no se preocupen, que estoy en La Plata y Estudiantes me anotó. Y a partir de ahí, mi rutina era levantarme a las 5:20, tomarme el bondi de las 6. Entrenaba con las inferiores: octava, séptima, y enseguida salté a Reserva, donde entrenaba con (Héctor) Antonio. Ahí el club me empezó a pagar una beca, entonces yo me compraba ponele un vaquero o un par de zapatillas, pero mandaba parte a mi casa. Hasta que me salió la beca, todos los días era tomar el bondi de las 6, entrenar de mañana, volver a Ranchos al mediodía. Y ojo que son 110 kilómetros de distancia, comer lo que mi mamá me dejaba. Y de 2 a 10 laburar. Así que toda esa época comía frío y no tenía tiempo de nada. Cuando hacés todo ese sacrificio... ¿en qué vas a pensar? En mis padres, en mi hermano, en la gente de Ranchos que a veces me pagaba el bondi cuando mis viejos no tenían, en la gente de Estudiantes. En eso pensás.

"Y otra cosa, la final la jugué sin haber dormido la noche anterior. Resulta que yo estaba en la sala de máquinas, donde guardaban las cortadoras de césped y todo eso, entonces Bilardo mandó poner unos tablones para hacer cuatro habitaciones. Estaban él con Pachamé, Valdan* y Trobbiani, R*ggeri con Almirón, y yo con Passar*lla, que se fue de la concentración (nota: JLB estuvo discretísimo sobre la ida de Daniel). Entonces yo dormía solo. La noche antes de la final... dale pensar, dale pensar, hasta que veo el primer rayito de luz y al rato escucho un ruido afuera. Era R*ggeri. Salgo con él y al rato estábamos los siete despiertos, en unos bancos de hierro afuera de la sala. Es tanta la tensión que no podés dormir.

P: ¿Estudiantes?
JLB: Es mi casa, es el lugar que me formó (nota: piel de gallina).

P: ¿Volverás a entrenar a Rafaela? Digo, así la próxima vez ganan la promoción y mandan a Gimn*sia a la B…
JLB: Fue una buena experiencia Rafaela. Vivía allá, es una ciudad agradable. Capaz que algún día, pero no este año, eh?

P: En la web te han hecho descendiente del almirante Brown, te han hecho pariente de los famosos Brown de Alumni. ¿Hay algo de eso?
JLB: No investigué el árbol genealógico, pero de ser así sabría. Así que parece que no.

Quedó mucho en el tintero, pero era tarde y la gente estaba contenta. Así que ahí fueron las fotos, los abrazos, la rifa (que no gané) y telón. Vuelta al conventillo con el subte amarillo, apretando los números de la rifa en el bolsillo y con la mano derecha brillante por haberla estrechado con la del gran capitán del bicampeón 82/83, uno de los mejores equipos que vi en mi vida. “Chau, Pincha”, me dijo. Idolo.

pd: esta charla con José Luis Brown -hoy cumple 54 años- se dio en Toronto (Canadá) poco antes del Mundial de Sudáfrica, durante una cena a beneficio de un club. Gentileza de El Ojete Ojetivo, quien seguramente brindará más detalles al respecto.