El chiche de Infante

“No podía convertirlo de otro modo”

(Ricardo Infante, 19/9/1948)

(Por Pichuko) La frase que acompaña el título del posteo puede significar la posibilidad accidental de llevar adelante una conquista. Sin embargo, en este caso indica una definición exquisita, casi circense de uno de los mejores goles de la historia del fútbol argentino. Hablamos de la célebre hachita (después rebautizada como rabona) que el Beto metió hace 62 años en La Plata frente a R*sario Centr*l. Y la expresión elegida no es caprichosa ni antojadiza. Porque este caso indica la posibilidad de terminar una jugada de la manera más eficaz posible en coincidencia con el aspecto estético.

En un partido que se presentó más duro de lo previsto y que el Pincha recién pudo desnivelar en la segunda etapa nadie tenía previsto para el final una joya que convertiría a la concurrencia de 20 mil personas en un grupo de verdaderos privilegiados. Es que ese momento nunca fue filmado, sólo tengo conocimiento de una imagen un poco difusa que acompaña este texto, y prácticamente sólo los relatos orales y algunas descripciones de la prensa gráfica local fueron los encargados de perpetuar ese instante. Porque vale destacar, el semanario deportivo más importante del país, ocupado por los “grandes” porteños eligió para su tapa de esa fecha un simple gol… de cabeza. Aunque también tiempo después pondría un poco de justicia con lo ocurrido.

El reloj marcaba el minuto 36 de la segunda parte y Estudiantes, que atacaba hacia 57, ya ganaba 2 a 0. Gagliardo realizó una rápida corrida y la finalizó con un fuerte tiro cruzado que dio en el travesaño. El rebote le quedó a Infante a más de 30 metros del arco, ligeramente sobre la izquierda del ataque. Sorprendido mientras venía a la carrera y por la irregularidad del campo de juego que le impedía pegarle directamente, ensayó una “hachita” pegándole con la derecha. La pelota quedó colgada en un ángulo provocando el delirio de los presentes. Las felicitaciones tanto del arquero vencido como del árbitro indicaban que el gol convertido estaba fuera de los carriles normales.

Por eso, la mejor manera de recordar esa conquista y homenajear al goleador es refrescando el comentario que hiciera el desaparecido matutino El Argentino al asegurar: “En verdad, el tanto de marras es de aquéllos que no se olvidan nunca cuando se tiene la gran suerte de presenciar su marcación. Pues para obtenerlo, su autor debe poseer una serie de aptitudes concurrentes: habilidad extraordinaria, en primer término, visión estupenda del arco, rapidísima concepción y finalmente, como si ello no fuera bastante, una pasmosa “souplesse” elevada a la categoría de arte”.


pd: click en la historieta de época para ampliarla.