Solos (contra todos) en el desierto

Por Mystic Love
(le chorearon el camello)

Me levanto y me pregunto qué carajo hago acá, en Dubai, inmensa ciudad donde quizá se invierta la mayor cantidad de dinero que en ninguna otra. Donde se concentra el 70 % de las grúas para la construcción que hay en el mundo.

Arrancamos con el 7rapo y la calcomoda para Dubai Marina, una suerte de Puerto Madero (y mucho más también), chapuzón en el Golfo, fotos bien clothesfashionpolice y a las tres de la tarde partimos para el desierto cercano a la frontera con Omán. El conductor es dubaití, muy simpático y eximio conductor en las arenas, con frenos y arranques que descomponen a una japonesa. Luego, un paseo en camello y finalmente una cena con todo incluido, excepto el alcohol (que hay, pero pagando).

Y otra vez me pregunto qué carajo hacemos acá en Dubai, rodeados de millones y millones de peren*s. Y caemos en la cuenta que a estas tierras nos trajo el glorioso Club Estudiantes de La Plata. Que inflamos el pecho entre yates y rascacielos y explicamos a cuanta persona se nos cruza dónde queda nuestra ciudad, esa ciudad que se abre al mundo gracias a su hijo dilecto.

Miramos alrededor y, vaya paradoja, estamos en el desierto.
SOLOS, absolutamente solos.
Como tantas veces.
Como en octubre de 1968.
Mientras los flashes andan por España y allá más lejos están en Rosario o en la Boca, mientras el TAS nos niega a Sosita, acá en estas tierras hay un equipo que en silencio y sin llamar la atención está trabajando. Con humildad y sacrificio. Comer, descansar, entrenar. Comer, descansar, entrenar.

Kofradía: cada vez falta menos.

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