Apuntes de tricota con calor

Por Marble Arch
(bijilante, pero crá)

"En estos momentos, hay 3 ó 4 goles de diferencia a favor de Estudiantes", coincidíamos con Pi-Jorge en la última misa, el pasado fin de semana.
Pero el Pincha no boquea. No hace banderazos, ni tira piedras, ni rompe vidrieras, ni le pega a las mujeres, ni abandona, ni busca justificativos donde no los hay.

Estoy a ocho cuadras del Único, al que no concurrí por una cábala que cumplo a rajatabla desde el 7 a 0 que no se olvida más. Escucho la ovación, la fiesta hace vibrar el aire y en una casa justo enfrente, en diagonal a la mía, bajan todas las persianas como si fueran las diez de la noche. Pero son las seis y cuarto, y a los 7ris7es la vida, esa que los cagó, ya les hace imposible soportar tantas toneladas de realidad. Abrumadora y carente de sentido.
Resuenan los fuegos artificales, esos que se tiran después, y por la radio escucho que la lata y la gente de Estudiantes comulgan de nuevo ese lazo de amor tan arraigado en la historia grande del fútbol mundial.

"Lo tenemos que ganar como sea", desafió Cuev*s durante la semana, en las desprestigiadas páginas de La N*che. Y, como la tranquilidad de Mader*n, padecieron el maleficio del Enan* de la casilla 115 de Junín, que VA, VA y VA (grande, Peliche). Además, Cuev*s suponía en el "como sea" una extensión de las costumbres de su entid*d: comprar arqueros rivales, apretar referís, ir para atrás, y toda esa serie de actitudes tan características de la bajeza.
Enfrente estaba el Tetracampeón de América, el que le había pintado la cara al Cruzeir* en el mismísimo Mineira*, alentado por una multitud de la que no hay antecedentes de equipos argentinos en Brasil. Y esa abismal diferencia, por ejemplo, con un Gilasia de Jujuy o un Rafa*la, se hizo carne en un marcador categórico, justo e inapelable, ya merecido en la primera mitad.

Gran partido de Clemente Rodríguez. Exquisita definición en el tercero de quien califiqué, el año pasado, como el mejor 8 del país. Gran entrega de todos. Muy bien el Chino, con estupenda asistencia final, varios "tubos" limpitos y mucha personalidad. Salgueiro hizo el primero, asisitió el 2do. y las corrió todas, demostrando una vez más que en cada ex-clásico se agranda. El resto, jugándolo con la potestad y el handicap de una paternidad alevosa.
Y la emoción en el rostro del Magno Sabella, abrazado por Mauro en su gol como quien abraza a un hermano. Alejandro tuvo, en este momento tan especial, un regalo del cielo llamado Estudiantes.
Al final, los oles, y el coment*rista de la tv que decía: "El negocio de Gilasia es tener la pelota para no recibir más goles". Antes pegaron a mansalva, con Ormeñ* (Lee, habría que asociarlo porque es Antiinvicto...) pisándole la espalda a Benítez, y varias glorias descontroladas de impotencia; hasta Sess* con el Ruso Ferrín. Era la consagración de la violencia, usualmente presente por la ausencia de placer.
La palabra "paseo" le cabe a este partido. Desconozco cómo se califica cuando un hijo hace abandono de su casa, habría que preguntarle al Juez Durón. ¿Paradero desconocido? Tal vez.
Si a los hinchas de Estudiantes que fuimos a Belo Horizonte nos faltaba una retribución, lo de esta tarde desbordó toda pretensión. Era lo esperado. Pero muchas veces, hay cosas deseadas que se hacen rogar por una década, por cien años, o por toda una eternidad.
Los pilchamodas, en ese sentido, somos seres privilegiados. Y de Old Trafford para acá, vivimos borrachos de felicidad.
Salutti