Medi*s con miedo

Por Pichuko
(gastronómiko-antiperi*dista
bijilantemoda-semifinalista)

Los medi*s de c*municación, como empresas peri*dísticas que son, tratan a la noticia como una mercancía, maquillándola para el potencial mercado capaz de consumirla. Desde lo ideológico-futbolístico, aquellos capaces de formar opinión tienen el propósito de decirnos sobre qué y cómo pensar. Esta pequeña introducción es necesaria para comprender la cobertura mediática de la brillante campaña del Pincha.

Estudiantes es víctima de una doble discriminación. Por un lado, los mal llamados medi*s naci*nales (que le dan el mismo espacio a un bache en barrio norte que a una epidemia en el interior) por una cuestión geográfica jerarquizan la información hablando lo menos posible del Pincha porque afecta claramente los intereses de los clubes de su jurisdicción (no casualmente los falsamente denominados cinco grandes); además de existir medios regionales (en nuestro caso, el grup* Kraiselb*rd) que dominan el mercado y tienen sus propios intereses para mantener con vida al otro klú de la ciudad.

El segundo aspecto discriminatorio se vincula con la capacidad de los medios para estructurar y organizar nuestro propio mundo como consumidores de fútbol. Y se corresponde, a la vez, con el punto de vista del juego. Conocemos de sobra la revolución futbolística generada por EdLP en la década del ’60, que influyó inclusive -aunque pocos lo digan- a Holanda de los ’70, la naranja mecánica del fútbol total. La división de aguas que generó en el país le costó al club poco menos que entrar en la condición de paria por la fuerte relación entre los medi*s porteños, el negocio y una sola forma de ver el fútbol. Si bien en la praxis la batalla que Estudiantes libró en solitario hace más de 40 años -basta con ver cualquier partido de fútbol- está ganada, en el aspecto dialéctico la desventaja discursiva es absoluta. Este entramado aún muestra toda su fuerza y vigencia de la mano de Capp* y Hurac*n.

Pero en momentos como éste, cuando la evidencia supera cualquier intento por subestimar la importancia de la información, ese armado noticioso entra en crisis. Y ahí, a los vendehum* que buscan moldear la percepción del consumidor sólo les queda la opción de rendirse ante la fuerza de los hechos.