AN7IFIERR* - Bidonismo Explícito

Antiguamente, la gente crédula buscaba la imagen de una silueta humana sin cabeza en las sombras que proyectaban los troncos que ardían en la chimenea. Esto significaba que la persona que la estaba generando moriría en vísperas de la próxima Navidad. Ese era el plazo para los cristianos, pero antes se usaron otras fechas celestiales o estacionales.

Las sombras ocupan una parte importante de los miedos relacionados con el cuerpo. Su presencia o ausencia, como le sucedía al personaje de ficción Peter Pan, se vinculaba con creencias religiosas y paganas. Las interpretaciones más antiguas del cuerpo y el alma afirmaban que la segunda podía, bajo determinadas circunstancias, abandonar la envoltura carnal y alejarse de camino a la otra vida. Para las culturas más primitivas, el alma estaba conectada a las sombras, cuando no eran la misma cosa. Una persona podía perder el alma cuando un vampiro se acercaba por detrás y clavaba la sombra de la víctima en la pared. De este modo, el ente maligno tomaba posesión del cuerpo. La sombra de los difuntos también había que protegerla de posibles infortunios.

En la Europa medieval se creía que si una persona moría por la noche y su espíritu —o lo que es lo mismo, su sombra— se alejaba, podía correr peligro de que cruzara por una extensión de agua -un río, un lago- y no pudiera llegar a la otra vida. En ese caso, la sombra volvía al cuerpo de su dueño y éste se convertía en un muerto ambulante. De ahí nació la costumbre de tapar los barriles con agua de lluvia y el afán de ciertos pueblos por construir puentes.