AN7IFIERR* - Bidonismo Explícito

Cuando Juan Sebastián Verón volvió a Estudiantes (2006) nuestra alegría fue desbordante. Con mucho hilo en el carretel aún, el muchacho cumplía su promesa de siempre y retornaba para calzarse la albirroja. Eso sólo nomás ya era una fiesta. Tras cartón salimos campeones y para qué te cuento.
Más de uno en aquellos días se habrá preguntado -mirando de reojo entre abrazos, saltos y gritos- cómo hacía (haría) Estudiantes para pagarle. "La Brujita con nosotros juega gratis, hermano", dijeron los más descontrolados. "Es directamente imposible pagarle, qué tema", los más prudentes. Pero bué... el tipo gratis no juega. Eso es claro. Y firmarle un contrato europeo es, a todas luces, imposible: eso solo generaría el actual déficit operativo (y quizá me quedo corto). Volvemos entonces a la pregunta: ¿cómo y cuánto se le paga a JSV?

Después de lúdicas y teatrales charlas con un grupo de amigos, uno tiró una hipótesis: "JSV cobra un dinero básico y gran parte en patrimonio". ¿Eh? ¿Qué decís? Recuerdo bien ese debate, desopilante, jugando a ponernos en la piel de los actores (protagonista, allegados, dirigentes) y entre chistes y risas arribando a conclusiones muy disparatadas. Nos divertimos mucho, pues hubo pelos y señales, imitaciones, hasta una pelota dando vueltas... Pero al final quedamos mirándonos con cierta preocupación...

Cuando alguno hablaba de patrimonio, no hablaba de hectáreas en el country ni de porcentaje de recaudaciones ni de cuotas de socios. No. Hablaba del patrimonio más jugoso del fútbol: los jugadores y sus eventuales transferencias. ¡Y lo decía en serio! Ahora bien: quien adhiera a esa teoría, debería comprobar hasta dónde y qué se le otorgó. Empresa complicadísima por demás. Jamás trascendería una cifra por la sencilla razón que dejaría al desnudo el formato de semejante acuerdo. Y eso no ocurriría jamás. Sólo la fantasía de un vagón de guita.

¿Hasta acá llega la cosa? No. Porque si alguien acordara con tal hipótesis, aprobaría también que a JSV se le abra dentro del club un abanico de poder inconmensurable. Si a eso se le suma la idolatría total que despierta dentro del campo de juego y su ascendencia absoluta en el plantel (incluye cuerpo/s técnico/s), estaríamos llegando al por qué propios y extraños dicen con tanta soltura: "JSV es el dueño de Estudiantes". ¿Y esto es bueno o es malo? Y, dicho así... es malo, desde ya. Porque de ser un excelso jugador de fútbol y un empresario individual exitoso a manejar con criterio una institución hay un trecho enorme. Ninguna de esas dos bondades garantizan que JSV gestione con éxito los destinos de Estudiantes, más allá de su amor por los colores. Tendrá que demostrarlo, como demuestra su calidad infinita en los campos de juego.

JSV seguirá jugando un par de años más, como mínimo. Y nos emocionaremos, festejaremos, habrá risas y lágrimas, un Estudiantes guapo en todos lados. ¿Más estrellas? Ponele que sí.
Mientras, las ásperas internas políticas y la economía del club bailarán a su alrededor en una cornisa angostita. El precio del amor, que le dicen...